Choco con habas

Han abierto en Huelva, por fin, el nuevo mercado del Carmen. El antiguo ya lo andan derribando para recuperar el espacio para la ciudad.

Por echar un vistazo y ver cómo había quedado, me pasé por allí hace unos días. Estuve saludando a mi amigo Angelito y, de paso, le compré una pescada estupenda que nos comimos frita el mismo día para almorzar. Dando una vuelta viendo el ambiente y el material antes de recalar en el bar de Miguel para "repostar" la preceptiva cerveza, me topé con uno de los típicos puestos de chocos, que se han modernizado mucho, por cierto, con la incorporación de una máquina que deja el bicho limpio de esa piel tan chocante de quitar con la que luego hay que pelearse en la cocina, en el que tenían unos ejemplares de esos de "tamaño familiar", tan buenos para guisar, que daban gusto verlos.

Mientras hablaba con el vendedor y lo observaba cómo lo limpiaba con aquel artilugio y luego lo cortaba en trozos del tamaño apropiado para guiso, vi por el rabillo del ojo que un puesto más a mi izquierda tenía expuestas unas habas que la vendedora, una vez que estuvo el choco debidamente envuelto y pagado, definió como de la tierra. Estaba ya claro que uno de los dos kilos que le compré eran para el choco, que no hay cosa más de Huelva.



Mientras oímos la canción de Cold Play, The Hardest Part, que no tiene nada que ver con lo duro del choco, y nos servimos una cervecilla, vamos a preparar lo que sigue:

  • 1 kilo de un choco grande ya limpio y cortado a tacos
  • 1 kilo de habitas nuevas con su vaina.
  • una cebolla fresca grande
  • 3 ó 4 dientes de ajo
  • un vaso de vino blanco
  • una hoja de laurel
  • un ramillete de perejil
  • una cucharada de pimentón dulce y una pizca del picante -como la punta de una cucharilla-.

En una cacerola ponemos a calentar una lámina de aceite de oliva virgen extra, y cuando esté caliente echamos la cebolla cortada fina y los ajos en láminas. Una vez que estén pochados echamos, con cuidado de que no salte, el choco cortado en tacos y removemos. Dejamos refreír unos instantes y echamos el pimentón, y con cuidado de que no se dore demasiado, echamos el vaso de vino, la hoja de laurel y el ramillete de perejil.

Mientras los chocos se guisan, vigilando que no se queden en seco, arreglamos las habas cortando los picos, quitando las hebras que puedan tener en los laterales, lavándolas y cortándolas en trozos de 4 ó 5 centímetros.

Incorporamos las habas antes de que los chocos hayan terminado de hacerse para que terminen de hacerlo juntos. Es el momento de salar a nuestro gusto, que ya sabéis que en los guisos de choco la sal no se echa hasta el final para que no se ponga duro.

Comentarios

  1. No recuerdo como se llamaba un restaurán antiguo al que me llevaron, allá por el año 1989, en Huelva el primer día que fui a trabajar allí.
    Era un sitio sin claridad ninguna y tenía muchas fotografías de toros y carteles, ya no sería capaz de encontrarlo si es que existe aún. Lo que nunca olvidaré es el sabor y la textura del choco que me comí con habas.
    ¿Ves?, me has ayudado a recordar un momento glorioso con una cosa tan simple como puede ser este guiso Choquero cien por cien.
    Un abrazo.

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